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En un espacio organizado por el SGC, el director del Grupo de Química Ambiental y Computacional de la Universidad de Cartagena, y experto en toxicología ambiental, Jesús Olivero, compartió algunas ideas sobre los elementos o sustancias tóxicas a los que estamos expuestos, muchas veces sin saberlo, en la cotidianidad. Aquí recogemos algunas de las ideas compartidas durante su intervención.
¿Qué tan expuestos estamos a elementos tóxicos y contaminantes en nuestra cotidianidad? Sin dudas, esta es una pregunta que nos deberíamos hacer con más frecuencia. Así lo cree Jesús Olivero, profesor de la facultad de Ciencias Farmacéuticas en Universidad de Cartagena, quien advierte sobre la brecha que existe en el país entre el conocimiento alrededor de contaminantes y tóxicos dispersos en el ambiente y peligrosos para la salud, y las acciones preventivas por parte de instituciones e individuos para evitar la exposición humana y ecosistémica a este tipo de sustancias.
El conocimiento al respecto es abundante, sin embargo, como asegura el académico, no hay suficientes estrategias de divulgación que alerten a los ciudadanos sobre cómo sus decisiones de consumo relacionadas con la alimentación, el vestuario, la limpieza y la diversión, entre otros, pueden ser el origen de una potencial exposición a elementos peligrosos. Por esta razón, hace un llamado tanto a las personas a jugar un papel activo en su propia prevención frente la exposición a elementos tóxicos, como a las instituciones públicas y privadas a implementar campañas que alerten sobre los riesgos potenciales de distintos productos y ambientes.
Pero, ¿cómo empezar a tomar conciencia sobre elementos tóxicos que, en gran medida, no vemos ni reconocemos? Aquí recogemos algunas de las recomendaciones compartidas durante su charla:
Otras sustancias para evitar en los productos que consumimos…
Aunque muchas de estas sustancias tienen nombres complejos, es importante aprender a reconocerlas para evitar la exposición frente a ellas. Algunas de estas, dice Olivero, son el decametilciclopentasiloxano, un tipo de silicona usada en productos de cuidado personal y cosméticos, así como de limpieza y pulido; los ftalatos, agentes plastificantes; heptadecano, empleadas en productos cosméticos y de cuidado personal, medicamentos y productos de limpieza; el galaxolide, usadas para agregar aromas duraderos y agradables en perfumería, productos de cuidado personal, detergentes, y productos de limpieza y para el hogar (como ambientadores, aerosoles y velas); y el homosalate, muy común en protectores solares.
¿Cómo se conectan los conceptos de Olivero con la labor del SGC?
Juanita Sierra, directora de Recursos Minerales de la Entidad, explica que todo lo expresado por Olivero está ampliamente conectado con la línea de investigación en geología médica que se promueve desde su dirección, con el fin de generar conocimiento sobre la relación de los factores geoambientales con las afectaciones a la salud de poblaciones que podrían estar expuestas a materiales potencialmente peligrosos y a contaminantes de origen geológico (muchas veces presentes en el agua y el aire).
Los grupos de geoquímica y geología médica del SGC buscan determinar las concentraciones de elementos potencialmente peligrosos en el agua de distintas comunidades en el país.
Algunos ejemplos de lo que está haciendo la Entidad en esa dirección son los estudios a desarrollar en la cuenca del río Suratá, un lugar conocido por el conflicto socioambiental en las poblaciones santandereanas de Vetas y California. “Las actividades mineras y agropecuarias realizadas en Vetas, California y Suratá, sobre la cuenca abastecedora de agua del río Suratá, pueden estar afectando la calidad del agua de consumo de estos municipios, así como la que llega a la bocatoma del acueducto de Bucaramanga”, dice.
Agrega que “por eso, los grupos de geoquímica y geología médica del SGC tienen el objetivo de determinar las concentraciones de elementos potencialmente peligrosos en el agua que están tomando estas comunidades, así como en sedimentos, suelos y productos agropecuarios. Con ello se busca identificar y caracterizar la exposición e impactos de salud que se han presentado por cuenta de la exposición de las personas a estos contaminantes”, explica Sierra.
La funcionaria también menciona otros proyectos en los que incursionará el SGC con la línea de geología médica, como los estudios para determinar el grado de dispersión de elementos potencialmente peligrosos, como el mercurio, en Aranzazu (Caldas), un municipio que aunque tiene una presencia natural de mercurio, también tiene una historia con la minería. “Se quiere entender qué elementos potencialmente peligrosos hay en diferentes matrices ambientales, en qué concentraciones y con qué disponibilidad. También, el grado de exposición de las personas que han habitado la zona”. Finalmente, menciona el proyecto a realizar en Yacopí (Cundinamarca) para determinar la presencia de elementos como el cadmio en alimentos como el cacao.
Todas estas investigaciones apuntan a que podamos entender las afectaciones que se pueden derivar del contacto permanente con elementos tóxicos. En ese sentido, la Entidad le apuesta no solo a identificar y caracterizar la amenaza o el peligro, sino también la exposición para, finalmente, determinar y zonificar el riesgo a la salud. De esta manera, la información recaudada podrá ser utilizada por entidades municipales y departamentales, así como por ciudadanos, para tomar decisiones oportunas frente a la prevención de afectaciones a la salud humana y ambiental.