Home
Aumentar fuente
Aumentar contraste
Lengua de señas
Toma de muestras en aguas de consumo de Santa Rosa de Cabal para determinar la presencia de arsénico.
La geología médica es una disciplina que estudia las relaciones entre los procesos geológicos y la salud de los seres vivos, y para entender mejor sus alcances tomemos un ejemplo concreto: entre 2020 y 2022, 153 personas del municipio de Santa Rosa de Cabal, en Risaralda, aportaron muestras de su cabello para ser analizadas por el grupo de Geoquímica Ambiental y Geología Médica del SGC. Esto, en el marco de una investigación que tenía el objetivo de determinar el impacto del arsénico encontrado en las aguas de consumo del municipio sobre la salud de la población.
Para realizar el estudio, dice Johanna Umaña, médica toxicóloga del grupo, no solo se consideraron las muestras de cabello — siendo el primer proyecto de geología médica en utilizar muestras biológicas humanas — sino también de agua de las viviendas de los participantes del estudio. Para esto se contó con el consentimiento de los participantes y con el aval del comité de ética para estudios en salud de la Universidad Nacional de Colombia (según lo requiere la Resolución 8430 de 1993.
La información de las muestras se complementó con información recolectada a través de encuestas de hábitos de vida y con una evaluación clínica de síntomas y signos relacionados con la exposición al arsénico, como la presencia de líneas de Mee en las uñas (líneas blancas que atraviesan el ancho de la uña), hiperqueratosis palmar y plantar, lesiones cutáneas tipo “gotas de lluvia” y lesiones vasculares en miembros inferiores.
Según Umaña, gracias a estos hallazgos clínicos y al análisis de las muestras recolectadas, se estableció una relación positiva entre las concentraciones de arsénico tanto en cabello como en agua. “La normatividad establece que el valor máximo de arsénico permisible en el agua potable es de 10 microgramos por litro (Resolución 2115 del 2007). Sin embargo, la concentración media que se encontró para este estudio fue de 19.91 ug/L”.
Adicionalmente, el análisis de los datos del estudio permitió establecer que el 71% de la población evaluada estaba consumiendo agua con concentraciones de arsénico por encima de la normatividad y en el 40% se encontraron concentraciones de arsénico en cabello superiores a 1 miligramo por kilogramo (ATSDR, 2007), lo que confirmó una exposición y riesgo de toxicidad. Pero, ¿por qué el agua de consumo del municipio registró contenido de arsénico?
Como antecedente, dice Margy Acevedo, química ambiental e investigadora del grupo de Geoquímica Ambiental y Geología Médica, la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (CARDER) encontró, para el año 2017, la presencia de arsénico por encima de los valores establecidos para las aguas de consumo humano y uso doméstico. A partir de esto, entre 2018 y 2020 el grupo del SGC llegó al territorio para establecer el origen, la dispersión y la acumulación de este elemento (catalogado como cancerígeno) en las aguas que estaban llegando al acueducto del municipio.
Para esto se realizaron estudios geoquímicos en la fuentes de abastecimiento principal del municipio: el río Campoalegrito, que pasa por los termales de San Vicente, y en el río San Ramón, relacionado con los termales de Santa Rosa de Cabal. En estos sitios se recolectaron muestras de rocas, sedimentos y aguas superficiales, termales y de consumo. Todas las muestras fueron llevadas al laboratorio del SGC, donde se realizó la determinación analítica de elementos mayores, menores y traza y se determinó la presencia de arsénico de origen natural.
“Para las unidades geológicas de la zona, así como en las aguas superficiales, se encontró un contenido normal de arsénico, pero en los manantiales termales se observó mayor contenido. Por esto se pudo concluir que los ríos, al mezclarse con los manantiales termales, adquirían mayor cantidad de arsénico. Esta es la razón por la que el agua del río Campoalegrito llegaba más cargada de este elemento al acueducto del municipio, donde se realizaba un tratamiento para su remoción parcial”, explica Margy.
¿Para qué sirve la información de geología médica del SGC?
Para Julio Fierro, director general del SGC, el concepto clave para explicar la utilidad de la información generada por la entidad en el campo de la geología médica es “ciencia accionante”, lo que significa que el conocimiento y los datos se comparten con comunidades y autoridades responsables para que puedan tomar decisiones en beneficio de la salud pública.
Es por esto que, en el caso de Santa Rosa de Cabal, los expertos del grupo de Geoquímica Ambiental y Geología Médica trabajaron de la mano de la Alcaldía y Secretaría de Salud del municipio, las cuales acompañaron el proceso de relacionamiento y socialización con los participantes del estudio.
Así también sucedió entre los años 2010 y 2011 en los municipios de Pital y Agrado, en el Huila, donde se pudo establecer una relación entre los casos de pacientes con fluorosis dental (anomalía en la formación del esmalte de los dientes por excesiva exposición al flúor), y la presencia importante de flúor de origen natural, asociado a procesos geológicos.
“La humanidad está extrayendo sustancias del subsuelo que, aunque tienen un origen en procesos geológicos, se liberan a la superficie y tienen un impacto sobre la salud de las personas y los ecosistemas. Esas sustancias pueden ser elementos químicos potencialmente peligrosos que desequilibran la naturaleza. Muchas veces se extrae lo que tiene valor económico sin tener en cuenta que puede tener una afectación en la salud de las personas y del ambiente”, dice Fierro, quien advierte que los procesos de exploración de recursos, como los minerales y los hidrocarburos, pueden desencadenar casos de contaminación por sustancias tóxicas.
En este sentido, Lina Tabares, líder del grupo, explica que, en efecto, en el campo de la geología médica no solo se pueden abordar casos de estudio en los que las acciones antrópicas (como la extracción, refinación y fabricación de productos) sean las que originan los riesgos para la salud pública, sino también cuando la fuente y dispersión de los elementos potencialmente peligrosos (EPP) es natural gracias a procesos geológicos (como el vulcanismo y las fuentes termales), hidrológicos, climáticos, atmosféricos, entre otros. De hecho, es en este escenario que el SGC ha desarrollado sus estudios de geología médica.
Es importante tener en cuenta que los EPP son metales o metaloides que tienen la capacidad de hacer daño en concentraciones muy bajas, como el arsénico, el plomo y el mercurio. También, elementos que son esenciales para la salud, pero que en deficiencia o en abundancia pueden generar distintos padecimientos, como el caso del zinc, el selenio y el níquel. Es por esto que en los estudios de geología médica resultan indispensables las contribuciones desde la toxicología, la epidemiología e incluso de la geografía (para entender la distribución espacial de las enfermedades).
Otros casos de estudio en geología médica desde el SGC
El Grupo de Geoquímica Ambiental y Geología Médica del SGC ha trabajado alrededor de 10 años en distintos proyectos de investigación. Entre ellos se destacan:
1. La evaluación geoquímica de la Depresión Momposina (entre los departamentos de Bolívar, Magdalena, Sucre, Córdoba y Cesar), con la cual se identificaron EPP que se depositan en esta zona con el paso de los grandes ríos del país.
2. La caracterización geoquímica para elementos tóxicos, con énfasis en selenio, en la cuenca del río Suárez, ubicado en el municipio de Palmas del Socorro, Santander.
3. La determinación de concentraciones de metales, principalmente cadmio, en cultivos de cacao en el municipio de San Vicente de Chucurí, Santander, y Yacopí, Cundinamarca.
4. La línea base de la presencia natural de mercurio en las zonas carboníferas de Cundinamarca y Boyacá.
El grupo también tiene proyectadas a futuro las evaluaciones de riesgos a la salud por exposición a contaminantes asociados con: hidrocarburos en el corredor petrolero Puerto Vega – Teteyé (Putumayo); mercurio, uranio y otros EPP relacionados con minería de oro en California y Suratá (Santander), y arsénico y otros EPP relacionadas con minería de carbón en Tasco y Socha (Boyacá). Adicionalmente, están planeando el diagnóstico ambiental en un sector del río Teusacá-municipio de La Calera (Cundinamarca) y un ensayo para comprobar la existencia de EPP en suelos destinados a cultivos de cacao en el municipio de Yacopí (Cundinamarca).