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Esta estación, ubicada en el Municipio de Ricaurte (Nariño), fue vandalizada en 2020. Foto: SGC-OVSPA
Por décadas, tanto la infraestructura como los equipos que componen estas estaciones se han visto amenazados por actos de vandalismo. Reportes recientes de daños y robos nos motivan a pedir el apoyo a la ciudadanía para cuidar estas instalaciones que son la base para cumplir nuestra misión: vigilar los volcanes y los eventos sísmicos del país con el fin de proveer información oportuna y necesaria para la gestión integral del riesgo.
Con herramientas al hombro, acompañado por otros locales, Carlos ha acompañado a decenas de grupos de funcionarios del SGC que llegan hasta allí para asegurarse de que el envío de información desde las estaciones hacia los Observatorios Vulcanológicos y Sismológicos-OVS del SGC, y en algunos casos hacia la Red Sismológica Nacional operada por nuestra entidad, continúe como se requiere: sin interrupciones durante las 24 horas y los 7 días a la semana.
Sin embargo, durante todos los años de apoyo al SGC, también ha sido testigo de cómo estas estaciones han sido vandalizadas por personas que llegan a ellas para hurtar paneles solares, baterías y reguladores que, además de ser indispensables para el funcionamiento de las mismas, representan altos costos económicos y de conocimiento. “Aunque también se llevan equipos que no les sirven para nada porque son muy especializados y solo les sirven a los técnicos. A mí esto me da mucha tristeza, eso está muy mal hecho porque somos nosotros como comunidad los que nos ponemos en riesgo”.
Con esto coincide Roberto Torres, coordinador de los OVS, quien hace énfasis en que cada minuto de monitoreo sísmico y volcánico que se pierde, es un minuto menos de conocimiento y de reacción oportuna frente a un riesgo potencial. “Estos instrumentos nos permiten advertir señales sobre sismos y procesos asociados a erupciones volcánicas y, con ello, comprender procesos, hacer pronósticos sobre escenarios eruptivos potenciales , y constituir sistemas de alerta temprana enfocados en brindar información oportuna para las autoridades y las comunidades”.
Eso lo entiende muy bien Carlos, por eso cada vez que recorre la zona de influencia del volcán aprovecha para hacer pedagogía sobre la importancia del cuidado de estas estaciones. Esa labor, precisamente, es algo que destaca Betty Silva, funcionaria del OVS de Pasto, quien está convencida de que cuanto más se involucran las comunidades con las labores de monitoreo, mejores resultados se obtienen para un monitoreo integral de los volcanes activos.
Trabajos de mantenimiento en el área de influencia del Complejo Volcánico de Cumbal (CVC). Foto: SGC-OVSPA.
“Cada vez que llegamos a un sitio hablamos con las comunidades, les explicamos en qué consiste nuestro trabajo y les pedimos que se involucren en lo que hacemos. Así hemos conocido a personas como Carlos, quien nos ha puesto al tanto, por ejemplo, de situaciones anómalas en la actividad volcánica”, explica.
Añade que la información que proveen los habitantes de zonas en las cuales hay estaciones es indispensable para hacerle seguimiento a distintos procesos geológicos, “porque nos llaman cuando sienten sismos, cuando detectan mayor olor a azufre, cuando caen cenizas, cuando ven cambios en el terreno…Todo eso es algo que agradecemos. Así nos han suministrado información valiosa como, por ejemplo, de la ocurrencia de una erupción hidrotermal en el volcán Azufral. Ellos son nuestros ojos”.
Así como los habitantes de distintas zonas volcánicas o sísmicamente activas son los ojos del SGC, las estaciones de monitoreo representan los oídos. Actualmente hay cerca de 826 estaciones distribuidas en todo el territorio nacional y, con su funcionamiento, se obtienen datos indispensables que, una vez analizados, se entregan reportes e informes a las autoridades nacionales, departamentales y municipales encargadas de la gestión del riesgo.
Pese a que el mensaje de cuidado de las estaciones ha sido adoptado por muchas comunidades, el SGC recibe frecuentemente reportes de desmantelamientos, daños y robos en distintos lugares. Uno de los casos más recientes se dio en la estación acelerográfica San Fernando-Cuba, en Pereira, donde a finales de mayo de 2023 se hurtó la batería del sistema eléctrico que mantiene en funcionamiento los equipos, con lo cual se interrumpió el funcionamiento de la estación en su totalidad.
Además, en la primera semana de junio de 2023, la estación repetidora ubicada en el corregimiento Mocondino del municipio de Pasto, dejó de transmitir (posteriormente se determinó que se forzaron los candados y se hurtaron las baterías), y en la segunda semana de este mes, una estación de monitoreo de Galeras, ubicada en el municipio de Sandoná, sufrió el robo de paneles solares y baterías. Frente a casos como estos, Roberto Torres y Betty Silva aprovechan para pedir a las comunidades ponerse en contacto con el SGC, a través de las líneas telefónicas que aparecen en los letreros ubicados en las estaciones, y avisar sobre lo sucedido.
A este llamado se une Oswaldo Flórez, del pueblo indígena Pastos, quien reside en la vereda San Roque Alto, del municipio de Túquerres (Nariño), específicamente en la zona de influencia del volcán Azufral. “Les digo a mis hermanos indígenas y a las comunidades blancas que cuidemos las estaciones porque son de mucho valor, nos pueden salvar la vida y nos permiten conocer el comportamiento de los volcanes que son parte de lo que somos”.
Debido a que las estaciones son bienes públicos, el SGC denuncia los actos de vandalismo en estas ante las autoridades competentes, pero más que eso, adelanta un trabajo conjunto con personas como Carlos, Guido y Oswaldo. Con esta labor conjunta, esperamos generar apropiación sobre estas instalaciones que, día a día, nos suministran información oportuna y necesaria para el bienestar de los colombianos.