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 Lina Aguirre

“Cuando entré a estudiar geología encontré mi camino”



Lina Aguirre, geóloga del grupo de Evaluación, Monitoreo y Diagnóstico de las Dinámicas Geológicas del SGC, dice que, aunque esta carrera no fue su primera opción, fue un hallazgo fortuito que le cambió la vida. 



Extraer información de las montañas y de los elementos de la naturaleza ha sido una de las grandes satisfacciones de Lina AguirrExtraer información de las montañas y de los elementos de la naturaleza ha sido una de las grandes satisfacciones de Lina Aguirre en su trayectoria como geóloga.


Durante una temporada de paro en la Universidad Nacional (Manizales), Lina Aguirre, para entonces estudiante de segundo semestre de ingeniería química en esa institución, se fue a “dar una vuelta” por la Universidad de Caldas con unos amigos. No tenía ninguna pretensión más que pasar el tiempo, pero terminó encontrándose con lo que hoy llama su camino: la geología. “Tenían abierto el laboratorio de petrología y vi a varios estudiantes observando muestras de roca. Yo tenía la noción de que existía la geología, pero nunca la había considerado como profesión…Ese momento cambió mi rumbo”, recuerda ella. 


Con la curiosidad viva, recurrió a un geólogo, conocido de su prima, para preguntarle sobre las ventajas de estudiar esta carrera, y le bastó esa conversación para coger impulso y dejar la ingeniería química; una carrera que, después de todo, le sirvió para “afinar” las matemáticas, la física y la química que luego necesitaría en geología. “Yo soy de Santa Rosa de Cabal y estudié allí todo el colegio. Tuve un profesor de química excelente, pero más allá de eso tuve una formación deficiente. Por eso, el paso por la Nacional me sirvió para ponerme al día y prepararme para lo que más tarde vi en geología”. 


Con el apoyo de sus papás frente al cambio, Lina disfrutó cada día, clase y trabajo del pregrado. Incluso tuvo dificultades para elegir cuál de todas las líneas posibles era su favorita, “porque me gustó todo: geología estructural, paleontología, geotermia, hidrogeología… Yo decía: ‘gracias Dios por poner esta carrera en mi vida. Iba contenta a clase todos los días, siempre estuve motivada”, dice, y añade que una de las cosas que más la conectaba con esta ciencia (y lo hace hasta el día de hoy) era la posibilidad de salir a campo y evidenciar procesos que, a diferencia de la química, no requerían de un microscopio para ser observados. 


Las salidas de campo también le permitieron ser ella misma, reconectarse con las raíces campesinas de su familia y disfrutar, como lo hizo mientras crecía, de caminatas por carreteras destapadas y zonas pantanosas; de almuerzos y descanso debajo de los árboles, y de jornadas con la atención plena en la naturaleza. “De mi infancia me marcó mucho la posibilidad de estar afuera: me crié en medio de vacas y terneros, de potreros y cafetales. La diversión que tuve de niña, observado la naturaleza, volvió a mí con la geología”.


Lina Aguirre es también magíster en Geografía de la Universidad de los Andes desde 2016.

Esa inquietud permanente por observar y entender el mundo la llevó a convertirse en analista del Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Manizales desde mediados hasta finales de su carrera. Esa experiencia, aunque fue corta, dejó en ella el deseo de regresar al SGC en algún momento. Por eso, después tener experiencias laborales diversas como la realización de estudios de sísmica para hidrocarburos en los Llanos Orientales y el Valle Medio del Magdalena, y la elaboración de cartografías en varios municipios del Nordeste Antioqueño, encontró su camino de vuelta al SGC. 


“Un amigo me dijo que enviara mi hoja de vida para una vacante del Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Popayán. Me presenté y, cuando quedé, renuncié a mi trabajo sin pensarlo dos veces”. Esto ocurrió en 2011, casi cuatro años después de haber pasado por el Observatorio de Manizales, y según recuerda fue una experiencia memorable, pues pudo aprender sobre vulcanología de la mano de Bernardo Pulgarín y María Luisa Monsalve, a quienes llama “los padres del Puracé”. 


Un año más tarde llegó a la sede Bogotá para trabajar en la Red Sismológica Nacional, a la que aún pertenece. Desde entonces, una de sus principales funciones ha sido buscar sitios para expandir las estaciones de la Red, lo que le ha permitido conocer el país y descubrir una pasión por los procesos de intercambio de conocimiento con las comunidades que visita. Al día de hoy, Lina calcula que ha encontrado alrededor de 30 sitios para la instalación de equipos de monitoreo sísmico. 


“He estado en zonas muy apartadas e incluso peligrosas. Jamás me imaginé llegar a tantos lugares del país. Lo mejor de todo eso es que con el tiempo he ido haciendo amigos en todas partes. Es más: cuando mis compañeros van a hacer mantenimientos, la gente me manda piñas y aguacates… Además me llaman en diciembre. Esos lazos han significado un hito para mí en el trabajo que hago”. Precisamente, ese contacto con las personas de distintas comunidades le permitió identificar las necesidades de aprendizaje que tienen las mismas frente a temáticas como los sismos y los volcanes. 



Lina Aguirre en la búsqueda de sitio para la instalación de la estación de monitoreo en la isla Cayo Serrana, en el Archipiélago 

Lina Aguirre en la búsqueda de sitio para la instalación de la estación de monitoreo en la isla Cayo Serrana, en el Archipiélago de San Andrés , Providencia y Santa Catalina.



Es por eso que empezó a dar charlas que, con el tiempo, se convirtieron en una de sus actividades favoritas en las comisiones. “Descubrí que las personas me escuchaban, lo que me llevó a explorar herramientas para ser más clara. Por eso armé una maletica con cosas didácticas que me sirve mucho para trabajar con los niños y para enseñar sobre cosas relacionadas con las geoamenazas. Esos espacios de divulgación me encantan y me han puesto a pensar en que en algún momento me gustaría ser periodista científica”.


Precisamente, en los últimos meses, Lina ha dado otra gran muestra de su interés por la divulgación: ha participado como vocera del SGC, con temas clave para la Entidad,  de cara a distintas entrevistas en medios de comunicación. Todo esto confirma una habilidad más de esta geóloga multifacética, quien es también una melómana consagrada (colecciona discos y se la pasa en conciertos), una caminante consciente (nunca deja de observar, sin importar si es en la ciudad o en la naturaleza), una buscadora permanente de la salud mental (para lograr el equilibrio entre lo personal y laboral) y una eterna aprendiz en la ciencia que eligió. 







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