Ella es la coordinadora del grupo de Química Inorgánica y Ambiental de la Dirección de Laboratorios del SGC. Desde allí sueña con fortalecer el trabajo de investigación de su equipo para empezar a proponer soluciones y nuevos ensayos frente a necesidades que detectan durante el análisis de muestras, como la contaminación del suelo por elementos potencialmente peligrosos en distintas zonas del país. Aquí su historia. 

A sus 15 años, Luz Myriam Gómez ya se sabía de memoria la mayoría de los elementos químicos y números atómicos de la tabla periódica. Y no por una obligación o mandato académico, sino por el placer que encontró desde el comienzo en la clase de química en el colegio. Para ella, poner sus pies en el laboratorio, preparar experimentos, ver reacciones y cambios de color en los tubos de ensayo, y anotar observaciones, significó el comienzo de una certeza: la de querer dedicarse profesionalmente a esta materia de estudio. 

Aún así, desde niña, ya daba muestras de su inclinación natural hacia la ciencia a través de su curiosidad permanente y sus ganas de entender los misterios de la naturaleza, como la razón por la cual algunas de las capas de la tierra que observaba en las montañas eran rojizas y otras oscuras. Una de las muchas preguntas que, en el camino, pudo responderse con la química. “Tenía muy claro qué carrera elegir, pero cuando finalmente la empecé no fue nada sencillo. Me tomé el primer año para nivelarme y confirmar que sí era lo mío, aunque no supiera mucho de a dónde me iba a llevar esa decisión. En mi casa tampoco sabían para qué me iba a servir lo que estaba estudiando”. 

Después de los desafíos iniciales, Luz Myriam “cogió confianza” con la carrera y empezó a entender mejor sus aplicaciones, pero no se afanó para decidir qué ruta laboral tomaría. Al final, confiesa, para ella el estudio se trataba más que nada de disfrute, algo que fue encontrando con mucha frecuencia en los procesos de experimentación en el laboratorio. Con ello fue desarrollando su perfil con un enfoque en química instrumental y analítica, lo que, al graduarse, la llevó a encontrar su primer trabajo en el proyecto de la vacuna contra la malaria, liderado por el inmunólogo y patólogo Manuel Elkin Patarroyo. 

“Eso fue entre el 2000 y 2001, y mi labor era realizar la síntesis de péptidos (sección de una proteína que se caracteriza por tener cadenas de aminoácidos) para la vacuna contra la malaria. Allí aprendí mucho de investigación”, cuenta, convencida de que desde ese momento en adelante comenzó a coleccionar todo el conocimiento y la experiencia que hoy aplica como coordinadora del grupo de Química Inorgánica y Ambiental de la Dirección de Laboratorios del SGC. Sin embargo, antes de llegar a este cargo, hizo escala por distintos lugares que le fueron demostrando que “la química es apasionante y nunca se acaba de estudiar. Siempre debes volver a leer y entender para que puedas ampliar el panorama”.

Pasó por una planta de producción de alimentos concentrados para animales (2002 a 2008), donde tuvo que aprender sobre técnicas para analizar la composición de las mezclas en producción  y garantizar que se cumpliera con la formulación reglamentada; pasó por la Dirección de Asuntos Nucleares del SGC en el momento en el que la entidad recibió la responsabilidad de administrar y custodiar el único reactor nuclear del país y, durante casi seis años (2009 a 2014), pudo explorar la relación de la química con la geología (por ejemplo, en lo relacionado con las radiaciones naturales); y  pasó por el laboratorio de alimentos y bebidas del Invima (2014 a 2018), donde desarrolló y aplicó métodos para analizar la calidad de productos de consumo humano.  

En 2018 volvió a dar otro salto, pero esta vez a un terreno conocido: el SGC. Llegó gracias a que ganó un concurso público para integrarse al equipo de la Dirección de Laboratorios. “Yo estaba emocionada porque era volver a mi casa, aunque significaba entrar a un mundo nuevo con procesos que no conocía,  como el ingreso, procesamiento y análisis de muestras de rocas, suelos, sedimentos, minerales y aguas. Esto fue un gran reto porque se requiere de mucha precisión y detalles técnicos para reportar datos confiables”, cuenta con emoción. 

Poco tiempo después de regresar a su casa, Luz Myriam recibió una propuesta: liderar la Subdirección de Metrología Química y Biología del Instituto Nacional de Metrología. “Fue una de esas oportunidades que no se presentan todos los días… Por lo general, los químicos no tendemos a desarrollar nuestra profesión en la parte administrativa porque nos suele gustar más el laboratorio y la investigación, pero yo hice una maestría en Administración de Sistemas Integrados de Gestión, así que quise aventurarme. Eso sí, para aceptar solicité una comisión de servicios, pues quería tener la seguridad de que iba a volver”. Y así fue: entre 2021 y 2022, Luz Myriam logró su misión en esa entidad y, para 2023, regresó al SGC. 

Pie de foto: Luz Myriam Gómez ha pasado por las direcciones de Asuntos Nucleares y Laboratorios del SGC.​

Desde entonces, en la coordinación del grupo de Química Inorgánica y Ambiental, ha liderado la ejecución de ensayos y el desarrollo e implementación de nuevos métodos analíticos para el procesamiento de muestras de múltiples proyectos de la entidad, especialmente los de los grupos de las direcciones de Hidrocarburos, Recursos Minerales, Asuntos Nucleares y Geociencias Básicas. “Tenemos prácticamente todos los equipos y las técnicas. Hacemos ensayos para determinar la presencia y composición de aproximadamente entre 40 y 60 elementos químicos en matrices geológicas”, dice. 

Añade que una de las cosas que más la conectan con su trabajo es que los aportes científicos que hacen desde su grupo contribuyen al bienestar de las comunidades y al equilibrio ambiental. Menciona, por ejemplo, el proyecto de geología médica de la Dirección de Recursos Minerales, para el cual analizan muestras que permitan determinar si hay contaminaciones por elementos como el mercurio, el arsénico y el cadmio, causantes de enfermedades como el cáncer. 

“Frente a este tipo de problemáticas, me gustaría que pudiéramos hacer una contribución mucho mayor desde la investigación y la caracterización de materiales geológicos para desarrollar métodos que entreguen información confiable y que, además, faciliten la toma de decisiones de problemáticas ambientales. Hoy en día estamos más enfocados en la caracterización de las muestras, y lamentablemente no tenemos los recursos para dedicarnos más a la investigación”, cuenta. 

Por razones como estas, Luz Myriam asegura que quiere seguir trabajando en el SGC hasta que le llegue el momento de jubilarse, pues anhela tener tiempo para ver materializadas las ideas que ella y sus compañeros construyen y comparten con frecuencia. Al fin y al cabo la química le ha enseñado paciencia, disciplina y entrega, y eso, sumado a su curiosidad innata y a su amor por el conocimiento, le da la confianza para seguir eligiendo el camino que encontró haciendo experimentos en el laboratorio del colegio.