En diciembre de 1916 el Gobierno Nacional crea la Comisión Científica Nacional, fijándole una misión que prácticamente equivale a salvar a Colombia. En aquella época el país importaba casi todos los productos manufacturados e incluso las materias primas básicas como el hierro y el carbón. Al interrumpirse el comercio mundial a raíz de la Primera Guerra Mundial, no solo la incipiente industria de la época comienza a paralizarse, sino también los ferrocarriles, que entonces eran el medio de transporte esencial en el país.

La Comisión recibe como función básica la exploración de recursos minerales pero el gobierno entiende que no se pueden encontrar recursos sin una geología básica; el mapa geológico se convierte entonces en el otro objetivo de la nueva institución.

En la falta de científicos calificados la Comisión Científica Nacional encuentra su primer gran obstáculo, este será una constante a lo largo de su historia. Durante los primeros quince años lo superará contratando científicos extranjeros, casi todos alemanes, pero en los primeros años de la década de los años treinta surge la necesidad de una solución nacional.

Benjamín Alvarado había entrado a trabajar como topógrafo y ayudante de geología en la Comisión Científica Nacional, tras sus estudios de ingeniería civil, terminados en 1928. En aquella época no existía un Instituto Geográfico y para los trabajos de campo los geólogos no disponían de mapas básicos; debían ir acompañados de un topógrafo quien levantaba diariamente el territorio que se iba estudiando. 

Las condiciones eran muy difíciles porque, además, para acceder a los sitios a estudiar había que recorrer enormes distancias, la mayoría de las veces en mula o a pie. Conocí muy bien esas dificultades pues me correspondió hacer mi tesis de doctorado en los años 70 en una de las primeras regiones que Benjamín Alvarado tuvo que recorrer como topógrafo en 1930: el valle del Patía. Acompañó al gran geólogo alemán Emil Grosse, entonces director de la Comisión Científica Nacional. Debieron llegar por tren a Popayán, después de un viaje de varios días desde Bogotá. De Popayán hacia el sur, todo se hacía en mula ya que la carretera hacia Pasto no se había construido. Tan solo cruzar el valle del Patía podía tomar unos diez días pero se trataba de levantar la geología de toda la cuenca, hasta la Hoz de Minamá. Ese prodigioso trabajo, adelantado en los ardientes territorios del Patía, sin poblaciones para abastecerse, donde reinaban aún las enfermedades tropicales, fue hecho en 100 días, de septiembre a diciembre de 1930. Tampoco hubo fiestas de navidad para Grosse y Alvarado: el grupo regresó a Popayán el 22 de diciembre y a Bogotá sin duda una semana después. Pero lo más prodigioso fue el resultado: un sensacional mapa que cubre la cuenca del Patía entre Popayán y las cercanías de Pasto, aún totalmente válido después de noventa años, y un informe de Grosse del cual se puede decir que no le falta ni le sobra una palabra.  Con razón he dicho que en mi trabajo de doctorado tuve dos maestros: el valle del Patía, donde la geología es sencillamente espectacular (tanto que influyó en la obra de Humboldt) y el mapa de Grosse y Alvarado.

El proyecto del valle del Patía fue solo uno de los centenares de proyectos que luego Benjamín Alvarado adelantaría en muchas regiones de Colombia. Los resultados quedarían plasmados en 280 trabajos registrados como informes oficiales de la Comisión Científica Nacional y del Servicio Geológico Nacional. De ellos, 140 tratan temas de geología económica, 64 de ingeniería geológica y los demás de geología general y del petróleo.   31 fueron publicados en la Compilación de Estudios Geológicos Oficiales en Colombia. En el campo de lo aplicado, sobresalen los relacionados con Paz de Río; en geología básica, aquellos escritos en compañía de Enrique Hubach, especialmente el que trata sobre la Geología del Valle del Cauca y el Cauca, conocido como Informe 224. Sin embargo Alvarado, lo mismo que Hubach, hizo un gran número de estudios fuera del SGC; los autores del libro que hoy se presenta adelantaron un importante trabajo de búsqueda y lograron establecer una biliografía de esos trabajos. Ella será muy útil para los estudios futuros sobre Alvarado y sobre la historia de la geología colombiana.

Benjamín Alvarado fue una figura clave en el proceso de creación de una geología nacional y la exposición que hoy se inaugura quiere resaltar esa contribución como algo fundamental. Ante la falta de geólogos colombianos, había que buscar la solución fuera del país, y esa solución fue salomónica: seleccionar unos diez ingenieros, formarlos como geólogos en los Estados Unidos a nivel de doctorado, y con ellos conformar la base de una futura geología colombiana. Benjamín Alvarado fue el primer seleccionado y a su regreso en 1938 la Comisión científica Nacional pasó a ser el Servicio Geológico Nacional y él fue su primer director.

Tuve el honor de conocer y de ser amigo de ese gran científico, gran hombre y gran señor que fue Benjamín Alvarado Biester y es esa una de las grandes satisfacciones de mi vida profesional y personal. En 1985 el ICFES decidió hacer un reconocimiento a dos figuras de cada una de las disciplinas de las ciencias. Benjamín Alvarado fue seleccionado en las Ciencias de la Tierra y me pidieron le hiciera una entrevista. Nos reunimos y me habló más o menos en estos términos: Armando, he pensado en mi obra y he concluido que he hecho 4 “berraqueras": 1. La fundación del SGN 2. El proyecto Paz de Río 3. La asesoría al gobierno colombiano con ocasión del revertimiento de las primeras concesiones petroleras 4. Mi papel como asesor de Naciones Unidas. A esas contribuciones se ha referido el Dr. Paredes, figuran claramente en la exposición y están ampliamente tratadas en el libro que hoy se presenta. Ellas son una excelente síntesis de la vida y la obra de Benjamín Alvarado.

La exposición que hoy se inaugura fue el resultado de un trabajo de equipo, liderado personalmente por el Dr. Oscar Paredes, en el cual participaron María Claudia Molano en la museografía y Adriana Mogollón en el diseño. ​

Benjamín Alvarado Biester es sin duda la figura más importante en la historia del SGC. Además de una obra científica notable, dejó aportes institucionales fundamentales, como la fundación del SGN, y grandes proyectos que aún hoy en día le sirven Colombia; Acerías Paz de Río es uno de ellos.

Benjamín Alvarado nació en Bogotá en 1908. Terminados sus estudios de ingeniería civil en 1928 ingresó al Ministerio de Industrias como ingeniero topógrafo y ayudante de geología, trabajo que adelantó hasta 1935.  En esa época tuvo la suerte de acompañar a Emil Grosse y luego a Enrique Hubach en sus trabajos de exploración en diferentes regiones de Colombia.  Con Enrique Hubach tuvo una estrecha colaboración, plasmada en varios trabajos que son ahora clásicos de la geología de Colombia.   En 1935 viajó a Estados Unidos a especializarse en geología en la Universidad de Minnesota, donde obtuvo títulos de Magister y Doctorado en 1937 y 1938 respectivamente.  En ese último año regresó a Colombia y fue nombrado primer director del Servicio Geológico Nacional.

Hasta 1944, Benjamín Alvarado dirigió el Servicio Geológico. Se retiró para iniciar en el Instituto de Fomento Industrial una serie de estudios fundamentales para el país, aquellos que conducirían a la creación de la siderúrgica de Paz de Río: estudio de los yacimientos de hierro, carbón, caliza y arcillas en la   zona. Establecida la empresa Acerías Paz de Rio en 1948, fue nombrado su Geológo Jefe y Subgerente Técnico, cargo que ejerció hasta 1957.  En ese año se retiró Enrique Hubach del Servicio Geológico y fue llamado por segunda vez a la dirección. Posteriormente, de 1958 a 1960 fue experto de las Naciones Unidas en Uruguay. Tras unos años como consultor independiente regresó a las Naciones Unidas como consejero técnico en geología y minería en la sede de Nueva York en 1966, donde permaneció hasta 1973.  A partir de entonces, hasta su muerte fue geólogo consultor con sede en Bogotá.

Colombia debe a Benjamín Alvarado grandes contribuciones entre las cuales sobresalen la fundación y organización del Servicio Geológico y la ejecución de los estudios conducentes a la creación de Acerías Paz de Rio, así como su activa participación en la organización de esa empresa.   Los méritos anteriores fueron considerados dignos de ser recompensados con la Cruz de Boyacá, orden que se otorga a los grandes servidores de la Patria y le fue entregada por el gobierno nacional al inaugurarse Acerías Paz de Río.

Además de Paz de Río, Benjamín Alvarado hizo dos grandes contribuciones a Colombia: la fundación y la dirección por muchos años del Servicio Geológico Nacional y la asesoría al gobierno nacional en el proceso de revertimiento de las primeras concesiones petroleras.

Durante la Segunda Guerra Mundial Colombia revive una situación que ya había vivido durante la Primera Guerra y que había conducido a la fundación de la Comisión Científica Nacional: el comercio mundial se ve perturbado y el país sufre por falta de abastecimiento en materias primas. El gobierno Nacional funda entonces simultáneamente el SGN y el IFI con el objeto de que ambas instituciones trabajen en los procesos de industrialización del país. La búsqueda de recursos minerales para la industria y las obras de infraestructura es tarea del Servicio Geológico Nacional y por fortuna la nueva institución ya puede contar con los primeros geólogos colombianos y con varios extranjeros. Un grupo de diez ingenieros colombianos es enviado a los estados Unidos a especializarse en geología y empiezan regresar en los primeros años del SGN. Por otro lado las circunstancias políticas de la época producen migraciones en Europa; varios eminentes geólogos llegan a Colombia, entre ellos José Royo y Gómez y Víctor Oppenheim.

En septiembre del año pasado, la familia Alvarado tomó contacto con el SGC para informar sobre una biografía de Benjamín Alvarado, entonces en fase final de preparación. Después de varias reuniones se acordó que la obra sería presentada en un acto solemne en el SGC y que este organizaría una exposición permanente sobre la vida y la obra. Hoy se cumple ese compromiso con la presentación del libro y la inauguración de la exposición. Esta se pudo lograr gracias a que en enero de 2018 la familia hizo entrega al SGC de un abundante material que incluye fotografías, textos de Benjamín Alvarado, objetos personales y diplomas. Los documentos están en proceso de catalogación y conformarán un Fondo Benjamín Alvarado que será digitalizado y  puesto en la página del SGC. De especial interés es la colección de fotografías, más de un centenar, en las cuales aparecen personajes y situaciones de mucha importancia para la historia de la geología colombiana. Gracias todos esos materiales se pudo diseñar y montar la exposición que hoy podemos visitar.​

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