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En contraste con nosotros los seres humanos, que tenemos cerca de 30 millones de millones de células, hay un tipo de organismo sorprendente que solo tiene una: los foraminíferos. Ellos son un tipo de protistas que viven principalmente en el mar y, siendo apenas una sola célula, construyen sus propias ‘viviendas’ o conchillas con gran maestría e imaginación. 

Sus diseños, tan diversos como impresionantes, pueden evocar el maíz pira, racimos de uvas, espirales, naves espaciales y un sinfín de formas. La mayoría son microscópicos y sus fósiles tienen infinidad de usos en la investigación. En el Servicio Geológico muchos trabajan con ellos.  

​Estos foraminíferos, o portadores de agujeros, fueron los protagonistas de la primera sesión del Paleoparche, la fauna fósil de Colombia a través del arte, un taller diseñado por el equipo del Museo Geológico Nacional “José Royo y Gómez” para paleoaficionados interesados en geociencias, paleontología y con curiosidad por la creación artística, cuyo lanzamiento se hizo la semana pasada, los días jueves 7 y sábado 9 de julio en el Museo.

Durante las tres sesiones se dio cita en el Geológico un parche totalmente interdisciplinario de paleoaficionados; asistieron biólogos, ingenieros industriales, geólogos, matemáticos, diseñadores gráficos, realizadores audiovisuales, sociólogos, pedagogos, paleontólogos, historiadores, licenciados en ciencias sociales, entre otros. Risas, expectativa y emoción dominaron el ambiente durante la primera parte de la sesión, dedicada a comprender a los foraminíferos a través de una experiencia táctil, olfativa, de sonidos y de observación al microscopio.

En la segunda parte se les vio concentrados calcando imágenes de foraminíferos que luego repasaron con fuerza sobre una superficie en la que quedó el bajorrelieve de la figura y que, posteriormente, se convirtió en la matriz del grabado. Aplicaron una tinta, quitaron el exceso, y luego pusieron una hoja de papel que presionaron con fuerza: allí pasó la imagen del portador de orificios, es decir, hicieron su primer grabado.

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“Muy novedosa la actividad, esa combinación entre el arte y la ciencia hace que la experiencia sensorial te ayude a recordar y aprender lo que te están enseñando. ¡Además que uno no dimensiona como un pequeño ser puede contener la historia del planeta! Reconocerlo, saber qué hay acá, poder verlo y dibujarlo hace que sea una experiencia significativa”, mencionó Ana María Saldarriaga.

Próximamente el equipo realizará nuevas sesiones del Paleoparche a las que todos en el Servicio Geológico Colombiano, desde ya, están invitados. 

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