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Sierra Nevada del Cocuy desde el sector Ritacuba. Fotografía de Carmen Rosa Castiblanco. 2009.
Creación de la Biblioteca del Servicio Geológico Nacional de Colombia
Además del personal técnico y científico del SGNC, algunos de los que se podrían denominar "grupos auxiliares" desarrollan una labor importante en la institucionalidad de la geología colombiana, y crecieron a partir de los primeros pasos de 1939. Es el caso de la biblioteca, de los laboratorios y el Museo, y del grupo o sub-sección de Publicaciones (sin lugar en el organigrama de B. Alvarado de 1939 y sin funciones específicas). Las labores iniciales de este grupo, que se convertiría posteriormente en lo que serían las dependencias de Archivo y Dibujo Cartográfico, se llevaron a cabo gracias al trabajo adicional y voluntario de topógrafos y geólogos del SGNC, quienes colaboran con la función básica de preparar las futuras publicaciones de los informes técnicos en la CEGOC, así como la catalogación de informes, mapas y fotografías aéreas. En 1943 se llevó a cabo el inventario del material (tres mil planos y fichas correspondientes), mediante una labor oficial ejecutada por el cartógrafo del Ministerio, Antonio Tomic. Los servicios de esta dependencia derivaron hacia la reproducción heliográfica solicitada por las entidades privadas y oficiales (especialmente en Ministerio de Minas y Petróleo), y más adelante al dibujo cartográfico y la producción física de diversas publicaciones de INGEOMINAS.
El Laboratorio, el Museo y la Biblioteca tienen como protagonista común en sus primeros años a José Royo y Gómez. Sin embargo, en el caso del Museo Geológico su historia detallada será expuesta en el Capítulo 5 pues es considerada por el autor de esta obra como uno de los sucesos científicos más interesantes que se sucedieron bajo el amparo del SGNC. A continuación se dedicará un breve espacio a la reseña del devenir de la Biblioteca geológica.
La Biblioteca. El primer bibliotecario del SGNC fue, indirectamente, José Royo y Gómez, quien dispuso de unas obras generales y algunas especializadas de geología, petrografía y mineralogía encontradas en una vitrina de lo que era el salón de muestrario de rocas del antiguo laboratorio de la CCN, cuando se proponía organizar un museo. Según lo escrito por Royo y Gómez, en uno de sus informes administrativos (20 de enero de 1940) eran « […] algunos muy buenos e indispensables para nuestros trabajos, siéndome grato reconocer que su hallazgo me produjo intensa alegría», sin embargo, « […] aunque buenos, eran insuficientes».
En sus propias palabras, los objetivos de su tarea al respecto eran completar la bibliografía colombiana que, «faltaba casi toda […] y de los países próximos, así como monografías relacionadas con el tipo de minerales, rocas y fósiles que se encuentran en Colombia. De paleontología especialmente no había casi nada». Entre tanto, el Departamento de Petróleos del Ministerio de Economía, del que dependía el SGNC, contaba con una modesta biblioteca que contenía ejemplares de revistas y obras que Royo y Gómez, después de una revisión llevada a cabo en el mes siguiente a su llegada (mayo de 1939), juzgó de interés para la labor que se proponía establecer en el Servicio. Así, logró que un buen número de estas obras fueran trasladadas al laboratorio. Para completar el inicio de la primera biblioteca del SGNC, hizo un pedido de libros, entre ellos la colección paleontológica sobre América del Sur de Steinmann, dando indicaciones incluso de las librerías de anticuarios de dónde podrían encontrarse.
En esta misma línea, a mediados del mes de agosto efectuó suscripciones para el SGNC en varias revistas especializadas, algunas de las cuales ya se recibían en el Departamento de Petróleos, según consta en el Informe de la labor realizada en el Museo y Laboratorio geológicos desde mayo de 1939 a enero de 1940 y en documentos varios. Lamentablemente los pedidos hechos fueron cancelados, pero Royo y Gómez los renovaba constantemente. Por otra parte, demandó material bibliográfico a los colegas con quienes se relacionó en Colombia, especialmente los extranjeros. Así puede leerse en una carta dirigida en 1941 a Alexander Westmore: «Mucho le agradeceré que no se olvide de su promesa de hacer que me remitan de "Smithsonian Institution" [de la cual era Secretario General] las publicaciones sobre paleontología […]», y a la Escuela Politécnica Nacional del Ecuador (ambos documentos reposan en el Fondo José Royo y Gómez (FJRyG) del Museo Geológico de INGEOMINAS, véase el Anexo II: "Catálogo del fondo documental José Royo y Gómez"). En el FJRyG reposan aún algunos ejemplares de revistas, separatas y catálogos de los libros solicitados y recibidos por la biblioteca en aquella época.
La labor bibliotecaria de Royo se extendió a la elaboración de fichas bibliográficas de libros y artículos de revistas, así como del fichero de autores y materias. A este respecto, es claro que su primer contacto con este tipo de manejo bibliográfico lo tuvo en la biblioteca del Centre d'Estudis Catalans que visitó durante su estadía en Barcelona, antes de partir a Francia con motivo de la pensión, en el extranjero 1924 – 1925; Royo y Gómez describe en su diario de pensión, para la fecha del 29 de octubre, que la biblioteca « […] es inmensa y con la particularidad que el lector busca el libro que desea en los ficheros, que los hay por autores y materia, en éstas se llega a minuciosidades, y luego el mismo lector va al armario y se coge su libro. Esto sólo ya indica un estado grande de civilización que honra a Cataluña».
En aquellos primeros años, la Biblioteca fue creciendo con el aporte de los diversos profesionales que trabajaban en el SGNC, de algunos intercambios y donaciones menores, pero sobre todo con la disciplina administrativa de Royo y Gómez quien, además, compiló la primera bibliografía geológico-geográfica de Colombia (1943) con 900 datos sobre publicaciones varias (libros, revistas, planos y notas) sobre el territorio colombiano, publicada como "Bibliografía Geológico-geográfica de Colombia" publicada en el Estudio Técnico 3 del Instituto Colombiano de Petróleos (1942) y posteriormente en el tomo VI de la CEGOC (1945), en cuyo preámbulo escribe que, «Desde que dí comienzo, hace 3 años y medio, a mis trabajos en el Servicio Geológico Nacional, me he preocupado, en las horas libres, de recoger cuantos datos bibliográficos existieran sobre la geología de Colombia. Como muchas veces es difícil separa los trabajos geográficos de los geológicos y aquellos son, además, indispensables para éstos, los fui reuniendo todos al mismo tiempo. Dentro de los geológicos he comprendido, como es natural, a los paleontológicos, los mineralógicos y petrográficos, los mineros y los sismológicos. Los títulos se han ordenado por el orden alfabético de los autores y revistas, en espera de hacer una nueva distribución por materias […] El Doctor Benjamín Alvarado, Jefe del Servicio Geológico Nacional, había iniciado por su parte una recopilación parecida y ahora, al presentar este trabajo a la División de Geología y Geofísica del Instituto, le he agregado algunos datos tomados de aquella, especialmente de carácter minero, que faltaban en la mía […] pasan de 800 títulos que figuran en esta lista, que, con seguridad, no es aun completa […] Con este fin es mi deseo completarla y suplir los defectos que en ella puedan existir», cosa que cumplió con la publicación de las Adiciones y Correcciones a la Bibliografía geológico, geográfica y minera de Colombia como separata del tomo VIII de la CEGOC (1950).
Royo y Gómez no dejo su labor bibliotecaria (ad honorem) durante los 12 años que estuvo en el SGNC y en Colombia, pero cedió el paso a Segundo Echavez Balmacea en 1943, quien fue nombrado como bibliotecario con el objetivo de organizarla técnicamente, en vista de la envergadura que iba adquiriendo, llegando a procesar más de un millar de textos y un número igual de revistas, aplicando el sistema decimal americano Dewey. En 1947 el Sr. Echavez dejó la biblioteca al ser nombrado jefe de la nueva Sección de Almacén creada en la reestructuración del SGNC llevada a cabo por Roberto Sarmiento Soto.
La Biblioteca dirigida por pocos meses, hasta noviembre de 1947, por Hernando Solano Pérez extendió sus servicios a todo el personal del Ministerio y a entidades petroleas, y vio incrementado el material de consulta gracias a la renovación y ampliación de las suscripciones a revistas especializadas (30 según las listas que se conservan de la época), la compra de libros técnicos y fomentando el intercambio de publicaciones con otras instituciones dentro y fuera del país.
La Biblioteca reflejó, como otras secciones del Ministerio, la falta de continuidad en los planes institucionales. Muestras de ello fueron tanto el peregrinaje que por Bogotá sufrieron sus instalaciones, a la sombra del SGNC, como por el hecho de que quedó acéfala por meses ya que a la salida del Sr. Federico Ospina quien reemplazó, por pocos meses, al sr. Solano, su puesto no fue ocupado por otro funcionario. Estas condiciones llevaron a que esta dependencia viviera una etapa de receso y decadencia hasta 1955.
La Sra. Alicia Venegas Leyva, a la sazón bibliotecaria de la Facultad de Ingeniería, fue llamada por el Ministro de Minas y Petróleos Pedro Manuel Arenas, por sugerencia del Director del Instituto Geológico Nacional Enrique Hubach. Ella logró rescatar la biblioteca de su decadencia hasta llevarla a traspasar las funciones primarias y transformarla en un importante centro de información geológica acorde con el Servicio.
Según reza en la Memoria del Ministerio de Minas y Petróleos al Congreso de 1959, a la fecha se había cumplido parte de los objetivos del programa propuesto para el mejor funcionamiento de la Biblioteca en los años de 1958 y 1959, tales como el traslado a un local y muebles adecuados, la adquisición de un microfilm, la publicación de la bibliografía de informes del servicio geológico, del Boletín Geológico, y las planchas, hasta lograr que su aparición fuera regular ya que, a la fecha, el último Boletín que salió correspondía al año 1957, y continuamente se recibían solicitudes de los números posteriores a éste. Se anota además que la mayoría de ejemplares de publicaciones que conformaban la biblioteca se recibían por el sistema de canje, por lo que se solicitaba constantemente presupuesto suficiente para que los trabajos realizados por el SGNC fueran conocidos y divulgados.
El Tomo IX de la Compilación de los estudios geológicos oficiales en Colombia recogió el trabajo que realizó la Sra. Venegas en 1960 sobre la bibliografía de los informes técnicos realizados por el SGNC, además de otros estudios geológico-mineros aparecidos en diversas publicaciones que formaban parte de la colección que reposa en las estanterías de la Biblioteca. La labor de la Sra. Venegas se extendió hasta mediados de 1973, coincidiendo con la creación de la Sección de Documentación y Sistematización del Instituto Nacional de Investigaciones Geológico-Mineras (INGEOMINAS), que en aquel momento había supuesto la agrupación del Servicio Geológico Nacional (renombrado como División de Estudios Geológicos), el Inventario Minero Nacional y el Laboratorio Químico Nacional, con todo y su biblioteca especializada en química y ciencias afines, que funcionó de forma paralela a la Biblioteca de Geología.
La nueva bibliotecaria, Carmenza Barrera (a quien debemos parte de la reseña histórica aquí contada), ocupó el cargo de directora hasta finales de 1979, cuando pasó a dirigir la Biblioteca de Química del Laboratorio. En este mismo año se crean las bibliotecas de las sedes regionales, que junto con las bibliotecas de geología y química reforzaron la labor de los investigadores, de los estudiantes y de la sociedad colombiana interesada.