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> Un mes después del sismo de Paratebueno, el Servicio Geológico Colombiano explica 10 efectos geológicos comunes tras un evento de gran magnitud.
> Con más de 1316 réplicas registradas a la fecha (el último relevante registrado ayer en la tarde), este evento sigue generando actividad geológica semanas después del movimiento principal.
> Más de 12.200 personas reportaron su percepción del sismo del 8 de junio a través del formulario SismoSentido, lo que lo convierte en uno de los más sentidos por los colombianos en las últimas décadas.
Un sismo ocurre cuando de forma súbita se libera la energía que se ha acumulado en la corteza terrestre debido a los esfuerzos que se generan por el movimiento de las placas. Esta sacudida puede resultar en el desplazamiento de partes de la corteza a lo largo de planos de falla. Sin embargo, esa liberación no marca el final del proceso: tras el evento principal, las rocas deben reacomodarse ajustándose a ese cambio temporal de esfuerzos internos.
Las réplicas, sismos que ocurren después del evento principal, hacen parte del proceso natural de ajuste de los esfuerzos que dieron origen al sismo. Este comportamiento es habitual tras sismos superficiales de gran magnitud. Aunque las réplicas suelen ser de menor magnitud al sismo principal, en algunos casos pueden ser perceptibles para la población. En el caso de Paratebueno-Medina, las redes de monitoreo del SGC han registrado más de 1293 réplicas con corte al 7 de julio.
Un sismo puede modificar los esfuerzos tectónicos en la zona epicentral (área en la superficie terrestre que se encuentra directamente arriba del punto de origen del sismo), transmitiendo esfuerzos a fallas próximas que podrían generar sismos futuros.
Los sismos pueden provocar cambios en el equilibrio natural de las laderas generando diferentes tipos de movimientos en masa como deslizamientos de suelos y rocas y caídas de rocas. Esto ocurre con mayor frecuencia en pendientes pronunciadas formadas por materiales sedimentarios blandos, suelos saturados de agua o rocas fracturadas y meteorizadas. La vibración sísmica actúa como un detonante que reduce la resistencia del terreno, favoreciendo el movimiento de los materiales, que pueden darse de forma inmediata o en los días posteriores al evento. El sismo de Paratebueno-Medina, por ejemplo, reactivó un movimiento en masa de 60 hectáreas, en la vereda La Europa, cerca de la vía a Cumaral.
5. Compactación y licuación del suelo
Cuando un sismo ocurre en zonas con suelos saturados de agua, como llanuras aluviales o costeras, la vibración puede hacer que los granos del suelo —especialmente la arena— pierdan contacto entre sí. Esto provoca que, por unos instantes, el suelo pierda su firmeza y se comporte como un fluido, en un proceso conocido como licuación. Como resultado, pueden presentarse hundimientos del terreno, asentamiento o volcamiento de estructuras, aparición de grietas y formación de pequeños conos de arena o "volcanes de arena". En algunos casos, la superficie del terreno cambia por completo, con subsidencias (hundimientos generalizados) que pueden afectar varios metros de altura y alterar drásticamente el paisaje, especialmente cerca de ríos, lagos o canales.
6. Agrietamientos y fracturamiento del terreno
Después de un sismo pueden aparecer grietas, surcos o agrietamientos visibles en la superficie, causados por deformaciones que se originan a mayor profundidad. Estas fracturas son comunes en zonas con depósitos aluviales blandos o suelos saturados. Estas fisuras pueden afectar incluso vías pavimentadas, generando daños visibles en el asfalto o en caminos empedrados.
7. Liberación de gases atrapados
Aunque este fenómeno no se ha reportado en el caso del sismo de Paratebueno, es importante resaltar que en ciertas regiones del mundo, particularmente en zonas con actividad volcánica, los sismos pueden inducir la salida de gases desde el subsuelo o reservorios profundos, como dióxido de carbono, metano, sulfuro de hidrógeno, radón, entre otros.
8. Anomalías hidrológicas y efectos hidrogeológicos
La vibración del terreno durante un sismo puede generar anomalías por donde circula el agua. lo que provoca variaciones en el nivel de pozos, cambios en el caudal de manantiales o incluso la aparición de nuevos brotes en la superficie. En algunos casos, fuentes existentes pueden disminuir su caudal temporalmente o secarse , mientras que otras nuevas pueden emerger de forma inesperada. Estos cambios, aunque localizados, reflejan cómo los sismos alteran la dinámica del agua bajo la tierra.
9. Oleaje anómalo
La agitación causada por la sacudida del terreno puede ocasionar oleaje anómalo y desbordamientos de estanques, lagos, embalses y ríos, las olas causadas pueden superar el metro de altura.
10. Otros efectos
Cuando la sacudida es muy fuerte, por la agitación de los árboles y la vegetación las ramas de los árboles se pueden romper y caer. En ocasiones, los troncos pueden desenraizarse y caer, especialmente en laderas con fuerte pendiente. Igualmente, en zonas secas o semiáridas se pueden observar nubes de polvo.
Bajo nuestros pies, el planeta está en constante transformación. Comprender dónde ocurren los sismos y lo que pasa bajo tierra nos ayuda a prevenir riesgos, proteger comunidades y mejorar nuestras estrategias de monitoreo y respuesta. Los sismos no se pueden predecir, pero sí podemos prepararnos mejor si entendemos cómo actúan y qué hacer cuando ocurren.
Tabla ilustrativa de los efectos ambientales de los terremotos considerados en la Escala Macrosísmica ESI-07. Modificada y Actualizada de Silva et al. (2008) y Reicherter et al. (2009) (Tomada de P.G. Silva, M.A. Rodríguez-Pascua, J.L. Giner Robles, J. Élez, P. Huerta, F. García-Tortosa, T. Bardají, M.Á. Perucha, P. Vicente Gómez, R. Pérez-López, J. Lario, E. Roquero, M.B. Bautista Davila (2019). Catálogo de los efectos geológicos de los terremotos en España. Instituto Geológico y Minero de España)