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Lengua de señas
Hace sesenta millones de años, una de las criaturas más impresionantes de la era posterior a los dinosaurios (Paleoceno) habitaba lo que hoy es Colombia. Se trata de la Titanoboa cerrejonensis, una mega serpiente que podía alcanzar hasta 15 metros de largo (más larga que un autobús) y pesar más de una tonelada (más que un automóvil).
Su primer registro fósil fue encontrado en 2005 en las rocas de El Cerrejón (La Guajira) por el paleontólogo Edwin Cadena. Para entonces, se creía que los restos correspondían a un cocodrilo gigante, pero el hallazgo de cráneos, vértebras y costillas de otros 29 ejemplares en expediciones posteriores, permitieron confirmar que se trataba de una criatura jamás vista.
En febrero de 2009, la prestigiosa revista Nature publicó en su portada las conclusiones de la investigación, liderada por el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical, en Panamá, y el Museo de Historia Natural de Florida, Estados Unidos. En esta, los científicos revelaron que los fósiles correspondían a una serpiente gigante capáz de engullir un cocodrilo normal en un solo bocado y que, por sus características, pertenecía a la subfamilia Boinae, que incluye las boas y anacondas actuales.
Contribuciones a la ciencia
Pero los fósiles hallados por Cadena y otros paleontólogos en Colombia, no solo permiteron recrear su imagen, sino que también brindaron información valiosa sobre el ambiente del Paleoceno, cuando La Guajira era una selva comparable al Amazonas actual. La investigación publicada en Nature reveló que, hace 60 millones de años, El Cerrejón era una inmensa jungla donde todo era más cálido, más húmedo y más grande que hoy.
En este momento, las temperaturas medias podían haber rondado los 85 grados Fahrenheit o más. Por las cuencas de los ríos nadaban tortugas con caparazones del doble del tamaño de las tapas de las alcantarillas y cocodrilos de más de tres metros de largo. Tambíen habrían existido peces de al menos dos metros de largo, es decir, dos o tres veces el tamaño de sus primos amazónicos modernos.
"La relación entre el tamaño de la Titanoboa y las condiciones climáticas de su época ofrece nuevos insights sobre fenómenos climáticos pasados. Estos datos son esenciales para comprender el calentamiento global actual", señala Julio Fierro, director general del Servicio Geológico Colombiano.
Una experiencia única
Durante años, los fósiles que permitieron reconstruir esta parte de la historia de la Tierra permanecieron en laboratorios de Estados Unidos. Nunca antes habían sido expuestos en Colombia, el país donde fueron encontrados. Pero desde el pasado 2 de agosto, el Museo Geológico Nacional José Royo y Gómez del Servicio Geológico Colombiano inauguró la exposición Titanoboa cerrejonensis: una de las serpientes más grandes que han existido, en la que se exponen, por primera vez desde su descubrimiento, los restos fósiles originales de este espécimen.
La exposición no solo incluye los fósiles, sino también elementos gráficos que enriquecen la experiencia educativa del público. Entre ellos se destacan un modelo en 2D a tamaño real de la serpiente, un pendón explicativo sobre el paleoclima y el paleoambiente de la Titanoboa, y material informativo detallado sobre sus características físicas, hábitos alimenticios y dimensiones.
En el centro de la vitrina se exhibe una comparativa visual entre una vértebra de una anaconda actual y una de Titanoboa. Ambas piezas, réplicas precisas de los originales, forman parte de la exhibición permanente del museo. Además, dos juegos de fósiles originales, compuestos por vértebras y costillas ensambladas, fueron integrados a la vitrina dos semanas antes del lanzamiento oficial de la exposición, y permanecerán allí hasta el final de la misma.
El Museo Geológico Nacional invita a la ciudadanía a visitar la exposición y descubrir la historia detrás de uno de los más grandes depredadores del Paleoceno.