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Lengua de señas
“Un ejemplo para el mundo”. Así es como muchos de los geocientíficos nacionales e internacionales que han visitado la Litoteca Nacional, la gran “biblioteca” de rocas de Colombia, describen este espacio de 6.520 m2, ubicado en el Parque Tecnológico de Guatiguará, en Piedecuesta (Santander). Incluso hay quienes afirman que, en su tipo, este es el lugar más moderno de América.
Allí, entre estructuras metálicas que alcanzan la altura de un edificio de cinco pisos, hay almacenadas 7.593.741 muestras de roca, y algunas de hidrocarburos, lodos y sedimentos, que han sido extraídas tanto de la superficie como del subsuelo del país. Estas muestras reciben el nombre de “testigos”, un término bastante acertado si se tiene en cuenta que han recogido, a través de millones de años, información que hoy es la base de distintas investigaciones que aportan a una mejor comprensión de la historia geológica del país.
Sobre esto, Alberto García, director de Gestión de Información del SGC, quien acompañó tanto la construcción de la Litoteca como el desarrollo del sistema para categorizar las muestras que reposan allí, explica que, en gran parte, esta colección es el producto de las actividades de exploración y explotación petrolera que se han adelantado por parte de operadores públicos y privados desde inicios del siglo XX.
De hecho, la muestra más antigua corresponde al año 1924, específicamente al pozo Infantas-17, perteneciente al primer campo petrolero del país, ubicado en la zona rural de Barrancabermeja. Estos datos están disponibles en los archivos digitales de la Litoteca, los cuales se han ido construyendo por varios años para hacer posible la consulta de información desde cualquier lugar del mundo.
Cientos de kilómetros de muestras, cientos de posibilidades de investigación
Julio Fierro Morales, director general del SGC, explica que hasta hace un par de años, la Litoteca Nacional generaba información enfocada en hidrocarburos, especialmente para su exploración y explotación. “Sin embargo, sabemos que hay otras miradas y potencialidades en estas muestras, como conocer mejor los acuíferos profundos… Queremos investigar más sobre el tipo de rocas que permiten el almacenamiento, flujo, interacción con la roca y potencial de suministro de agua. Es un tema importantísimo para el futuro de Colombia y el mundo”.
Añade que otro de los proyectos que la entidad está priorizando, con base en datos de la Litoteca, está relacionado con la mitigación y adaptación al cambio climático. Se trata de una investigación realizada por el grupo de Cambio Climático y Paleoclima, perteneciente a la Dirección de Geociencias Básicas del SGC, en la cual se están analizando muestras en lagunas colmatadas, como las extraídas en el pozo Funza II, perforado en la sabana de Bogotá hace más de 40 años.
“Lo que estos testigos nos dicen es algo que el profesor Thomas van der Hammen descubrió muy rápidamente: los cambios climáticos son globales. En sus investigaciones con palinología, y con la mineralogía de arcillas de ese pozo, estableció que los cambios climáticos no solo se daban en las zonas polares y circumpolares, sino también en las zonas tropicales, en este caso en la sabana de Bogotá. Este pozo está siendo revisitado porque sabemos que puede tener unas claves interesantes en términos de cambios climáticos”, cuenta con emoción.
También menciona las iniciativas de investigación relacionadas con fuentes de energía renovables como la geotermia (uso del calor natural de la Tierra para la generación de energía eléctrica o para aplicaciones directas como es la calefacción) o la búsqueda del hidrógeno blanco (variedad de hidrógeno de origen natural).
“Esta información nos da indicios de cómo es la arquitectura del subsuelo, la estructura y composición de las rocas y el potencial que tienen para producir o almacenar diferentes fluidos. De esta manera podemos generar conocimiento fundamental para los proyectos de hidrógeno, gas natural, matematización digital de ripios (fragmentos de roca cortados por la perforación), así como los asociados al diagnóstico técnico de los impactos o riesgos ambientales por hidrocarburos”.
Otro ejemplo concreto de esto son los estudios realizados por esa Dirección, partiendo de la información de la Litoteca, sobre la cuenca Sinú-San Jacinto. Estos están enfocados en determinar la génesis de hidrocarburos gaseosos para la zona, puestos en manifiesto por la gran presencia de emanaciones petrolíferas en superficie. “Es de resaltar que el gas natural es un componente crucial dentro del proceso de transición energética que adelanta el país”.
Para los geocientíficos, las rocas almacenadas en la Litoteca Nacional son como libros que, gracias a procesos tectónicos, geoquímicos y climáticos, han preservado detalles de diferentes períodos de la historia del planeta. Un producto de esas interacciones entre distintas características del subsuelo a lo largo del tiempo geológico ha sido la distribución de elementos radiactivos naturales.
Así lo explica Hernando Camargo, director de Asuntos Nucleares del SGC, quien detalla que el estudio de las muestras de la colección exploratoria, sumadas a otras recolectadas en trabajos geocientíficos en campo, tienen un enorme potencial para establecer una línea base radiométrica, es decir para determinar si existe o no una distribución de elementos radiactivos naturales que puedan tener un impacto tanto en la salud humana como en el ambiente. Este conocimiento, dice Camargo, es fundamental para tomar decisiones frente al ordenamiento de diversos territorios.
Aclarar la geología del territorio nacional, otra posibilidad de la Litoteca
Georgina Guzmán, geóloga e investigadora de la Dirección de Geociencias Básicas, cuenta otro ejemplo de cómo el tipo de información que custodia la Litoteca Nacional no solo tiene propósitos científicos, sino también un uso práctico para el bienestar de los colombianos. Se trata de los estudios que está adelantando sobre la formación El Carmen, ubicada en el Carmen de Bolívar, en la cadena montañosa de los Montes de María, donde se encontraron, por primera vez, los rastros del Oligoceno en Colombia, con sedimentos que guardan las claves de los ambientes sucedidos hace cerca de 35 millones de años.
Pero, ¿cuál es exactamente la misión de Georgina? Analizar las muestras de roca de esta formación, extraídas tanto del subsuelo como de la superficie, para aclarar la estratigrafía de la zona, lo que se traduce en “darle un orden a las rocas” a partir de ciertas características, como el ambiente en el que se formaron (ríos, playas o, zonas marinas profundas…) y los procesos que ocurrieron para que se establecieran. “Esto te permite interpretar en qué condiciones climáticas ocurrieron estas formaciones, así como los minerales que las conformaron”, dice ella.
Esta información también es clave para entender los cambios climáticos y ambientales del pasado y, con ello, proyectar escenarios que podrían repetirse en medio del cambio climático que actualmente atraviesa el planeta. Con ese conocimiento, dice, también se puede contribuir información valiosa a las estrategias de mitigación y adaptación a este fenómeno en el país.
“Nosotros somos trópico desde el Cretácico (entre 145 y 66 millones de años atrás) y esto implica que nuestro territorio se comporta distinto que otros lugares del planeta. Por eso necesitamos hacer nuestra propia geología básica para conocer el trópico desde el pasado hasta el presente, específicamente para entender qué cambios han ocurrido, cómo se han comportado los organismos en los distintos períodos, cómo y cuándo se proliferaron… Saber esto nos permite compararlo con lo que está pasando actualmente”.
Ver de primera mano el trabajo de Georgina, así como el de otros geocientíficos que desde la Litoteca Nacional dedican sus días a producir conocimiento geocientífico para el beneficio de los colombianos es, sin duda, una experiencia tan potente como ver la magnificencia de la Litoteca misma. Lo mejor es que esta experiencia también está disponible para los ciudadanos con curiosidad por las geociencias y para los investigadores e instituciones interesados en los servicios que ofrece el lugar. La gran “biblioteca” de rocas del país siempre tiene las puertas abiertas.
¿Qué otras cosas debe saber sobre la Litoteca Nacional?